
Llovizna, escampa… llovizna, escampa… no me dan ganas de salir de aquí cuando el tiempo está así, pero desde aquí disfruto de la hermosa vista del jardín, ese árbol frente a la casa que hospeda un montón de pajaritos chillones y ese césped verde que se alegra cuando llueve.
Es un espectáculo hermoso como para no apreciarlo, es simple… pero hermoso.
Así pasan horas, voy hago algo y regreso a este uno de mis lugares favoritos… voy al baño y vengo a tomar una siestita, así se vive un buen fin de semana… disfrutando de la inmovilidad y del silencio.
Ella va y viene también, vivimos en un aparente silencio, un gesto basta, una palmadita o una mirada es suficiente para saber que quiere el otro, la escucho como se levanta de la cama y como gira las chancletas* en el piso buscándoles la forma correcta para meter sus piecitos en ellas, me emociona verla despertar, además que la estuve esperando para comer juntos, me emociona su mal humor al despertar, y yo procuro aumentarlo un poco más, me abalanzo hacia ella y la invado… en sus propias palabras “no invadas mi aura!!!”… pero ese rechazo es momentáneo y eso también me encanta.
Lo primero q hace es dirigirse al baño, la evacuación matutina de rigor y mientras orina le pone pasta al cepillo y empieza a cepillarse, yo la miro desde la puerta y ella sonríe con los ojos aun somnolientos, yo voy a prepara algunas cosas antes de desayunar.
Díganme si esta no es una forma casi mágica de amanecer un día de fin de semana?